La corriente costumbrista resalta en la nueva propuesta de Alberto Houellemont.
SANTO DOMINGO.- El artista dominicano Alberto Houellemont consolidó su calidad de artista versátil al producir un nuevo tipo de pintura, de corte surrealista y abstracto. Conocido como un pintor virtuoso y de recursos diversos y extasiantes, Alberto Houellemont ha incursionado con maestría en los temas del paisaje, las flores y bodegones de ambientes dominicanos, como una pasión compartida con la poética costumbrista y el amor terral que forjó en su comunión con Yoryi Morel, su maestro.
Houellemont, particular y con personalidad plástica distintiva, los asumió a través de un neoromanticismo que conjuga lo clásico y lo expresivo, poniendo de relieve los irisados colores caribeños y plasmándolos mediante su trazo libre, rítmico, pastoso y enérgico.
Esta nueva pintura y el proceso creativo del que desemboca tuvieron su origen en una inquietud autorrenovadora, surgida hace veinte años. El resultado: un arte de corte libertario, que otea lo abstracto y lo surreal sin abandonar los atributos del lenguaje cromático característico del autor y ampliando el uso de los elementos que caracterizan su ejecutoria maestra.
Houellemont refleja en sus obras de arte muchas de sus experienciasAl hablar de su nueva pintura, Alberto Houellemont se muestra reservado a las categorizaciones definitivas y prefiere afirmar que lo plasmado en sus nuevos lienzos es el mundo de sus impulsos recónditos aunque poéticos, el fluir de un instinto creador que lo trae a descubrir imágenes impensadas y por él mismo desconocidas; a encontrar la manera de formalizar una vitalidad sutil y organizadora que emerge del acopio de sus recursos interiores, aquellos de los que sólo sabe que podrían proceder de lo más profundo de él.
“No sé qué es esto que he pintado. Nadie lo sabe”, nos dice en el intento de ofrecer una explicación a estas formas sorpresivas de cintas y estructuras ondulantes, ovales y circulares, de construcciones fantásticas que emergen de las sombras del inconsciente para revelar un color y una luz inusitados.
Al escucharlo reparamos en que ese desconcierto suyo es, precisamente, un factor esencial y distintivo de todo arte surrealista que, a decir de Ignacio Nova, historiador y crítico de arte, se expresan liberados “de la relación causa-efecto, y de la predisposición hacia lo conocido para instalar el misterio, patentizar lo posible”.
Afirma, además, que sus obras recogen mucho de su experiencia en planificación, sobre todo en su carácter sistémico. La nueva obra de Houellemont es un juego de luces, colores, sombras y estructuras, movimientos y estatismos, expresados en el fluir órfico, es decir, ondulado, en la sensualidad elegante.
Para Houellemont, adicionalmente, esta exposición, además, le ha permitido conocer la amplitud de sus posibilidades expresivas y ahora se siente retado a trillar un camino novedoso, plásticamente al extremo en la total madurez de su carrera, ahora que todavía no ha perdido la sensibilidad por las sorpresas, alegrías, torturas, las angustias y plenitudes de las que emerge el acto creador.
“Y no es más que un inicio”, dice, sonriente, mientras termina su cigarrillo. Es significativo que la exposición haya estado lista para cerrar el año, es decir como cerrar un ciclo fundamental en la vida para abrir con más puertas artísticas el próximo”. Houellemont ahora sabe que ha incorporado una calidad más a su arte, una opción expresiva adicional a su lenguaje y en la consolidación y desarrollo de esta modalidad pone sus esfuerzos.
“Voy a promoverme con esta nueva pintura. La asumiré como “buque insignia”, dice y precisa que no dejará de hacer su pintura anterior porque le gusta hacerla y porque hay un público que la aprecia”.
Al preguntársele si no teme a esa dualidad, responde que no le preocupa porque esa es su realidad artística y todo artista debe ser honesto y sincero consigo para serlo con el arte y con el público.
“No me preocupa. He tenido el impulso de hacer esta nueva pintura y la he hecho con amor y total entrega. A lo largo de estos últimos años he recibido el estímulo de familiares y amigos, de coleccionistas y compradores casuales. He sometido esta nueva obra a un proceso de debate y crítica aquí, en mi taller y al final hay mucha gente que la aprecia. Por mi parte, me siento tranquilo y satisfecho con haber podido llegar a concretar esa inquietud que me movía y con eso estoy pago”.
SANTO DOMINGO.- El artista dominicano Alberto Houellemont consolidó su calidad de artista versátil al producir un nuevo tipo de pintura, de corte surrealista y abstracto. Conocido como un pintor virtuoso y de recursos diversos y extasiantes, Alberto Houellemont ha incursionado con maestría en los temas del paisaje, las flores y bodegones de ambientes dominicanos, como una pasión compartida con la poética costumbrista y el amor terral que forjó en su comunión con Yoryi Morel, su maestro.
Houellemont, particular y con personalidad plástica distintiva, los asumió a través de un neoromanticismo que conjuga lo clásico y lo expresivo, poniendo de relieve los irisados colores caribeños y plasmándolos mediante su trazo libre, rítmico, pastoso y enérgico.
Esta nueva pintura y el proceso creativo del que desemboca tuvieron su origen en una inquietud autorrenovadora, surgida hace veinte años. El resultado: un arte de corte libertario, que otea lo abstracto y lo surreal sin abandonar los atributos del lenguaje cromático característico del autor y ampliando el uso de los elementos que caracterizan su ejecutoria maestra.
Houellemont refleja en sus obras de arte muchas de sus experienciasAl hablar de su nueva pintura, Alberto Houellemont se muestra reservado a las categorizaciones definitivas y prefiere afirmar que lo plasmado en sus nuevos lienzos es el mundo de sus impulsos recónditos aunque poéticos, el fluir de un instinto creador que lo trae a descubrir imágenes impensadas y por él mismo desconocidas; a encontrar la manera de formalizar una vitalidad sutil y organizadora que emerge del acopio de sus recursos interiores, aquellos de los que sólo sabe que podrían proceder de lo más profundo de él.
“No sé qué es esto que he pintado. Nadie lo sabe”, nos dice en el intento de ofrecer una explicación a estas formas sorpresivas de cintas y estructuras ondulantes, ovales y circulares, de construcciones fantásticas que emergen de las sombras del inconsciente para revelar un color y una luz inusitados.
Al escucharlo reparamos en que ese desconcierto suyo es, precisamente, un factor esencial y distintivo de todo arte surrealista que, a decir de Ignacio Nova, historiador y crítico de arte, se expresan liberados “de la relación causa-efecto, y de la predisposición hacia lo conocido para instalar el misterio, patentizar lo posible”.
Afirma, además, que sus obras recogen mucho de su experiencia en planificación, sobre todo en su carácter sistémico. La nueva obra de Houellemont es un juego de luces, colores, sombras y estructuras, movimientos y estatismos, expresados en el fluir órfico, es decir, ondulado, en la sensualidad elegante.
Para Houellemont, adicionalmente, esta exposición, además, le ha permitido conocer la amplitud de sus posibilidades expresivas y ahora se siente retado a trillar un camino novedoso, plásticamente al extremo en la total madurez de su carrera, ahora que todavía no ha perdido la sensibilidad por las sorpresas, alegrías, torturas, las angustias y plenitudes de las que emerge el acto creador.
“Y no es más que un inicio”, dice, sonriente, mientras termina su cigarrillo. Es significativo que la exposición haya estado lista para cerrar el año, es decir como cerrar un ciclo fundamental en la vida para abrir con más puertas artísticas el próximo”. Houellemont ahora sabe que ha incorporado una calidad más a su arte, una opción expresiva adicional a su lenguaje y en la consolidación y desarrollo de esta modalidad pone sus esfuerzos.
“Voy a promoverme con esta nueva pintura. La asumiré como “buque insignia”, dice y precisa que no dejará de hacer su pintura anterior porque le gusta hacerla y porque hay un público que la aprecia”.
Al preguntársele si no teme a esa dualidad, responde que no le preocupa porque esa es su realidad artística y todo artista debe ser honesto y sincero consigo para serlo con el arte y con el público.
“No me preocupa. He tenido el impulso de hacer esta nueva pintura y la he hecho con amor y total entrega. A lo largo de estos últimos años he recibido el estímulo de familiares y amigos, de coleccionistas y compradores casuales. He sometido esta nueva obra a un proceso de debate y crítica aquí, en mi taller y al final hay mucha gente que la aprecia. Por mi parte, me siento tranquilo y satisfecho con haber podido llegar a concretar esa inquietud que me movía y con eso estoy pago”.